Ciudad Pedro Juan Caballero, su historia

  • 2023-11-27 18:11:17 PM

LAS EMBLEMÁTICAS LAGUNAS. En el Paraje Punta Porã existían varias lagunas, la más emblemática de todas es la que fue bautizada, no se sabe por quién, como laguna “Punta Porã”, pues nada ni nadie, sea objeto, persona, lugar o cosa, ya nacen con un nombre, esto se le asigna después. Hacemos esta aclaración en base a ciertos cuestionamientos que señalan que dicha laguna nunca antes se había llamado Punta Porã, pero ahora se llama así y es todo un símbolo de nuestra ciudad.

Ciudad Pedro Juan Caballero, su historia

Contrario a lo que la gran mayoría piensa, para no decir todos, la emblemática laguna Punta Porã, de una exuberante belleza, según cuentan, nunca fue el lugar de reunión, descanso, tertulias y reabastecimiento de agua potable para hombres y bueyes que conformaban las tropas de carretas. La laguna que cumplía tan importante misión, era otra de menor tamaño, ubicada en, y en eso coinciden el periodista Romildo Moreira y el historiador Sacha Aníbal Cardona, la manzana conformada por las calles Natalicio Talavera, Avenida Carlos Domínguez (ex calle “44”), Tte. Herrero e Iturbe, aunque Romildo se refiriere a ella como “Laguna’í” y Sacha como “Laguna Pytã”.

La laguna que estuvo a punto de desaparecer

Hecha la aclaración, vamos a enforcarnos ahora en la emblemática laguna Punta Porã, de la cual todos hablamos con orgullo y que vivió una época a finales de los años 70 y comienzo de los 80, en los que no era valorada en su real dimensión. Cuando llovía se llenaba de agua y en época de sequía el espejo de agua se reducía al mínimo, señal de que sus nacientes no tenían la capacidad suficiente para mantenerla activa, por decirlo de alguna manera.

De esa forma, la laguna Punta Porã era un obstáculo para quienes vivían al norte de ella, ya que  dirigirse al centro de la ciudad debían bordearla por varias cuadras y viceversa, para los que vivían al sur, lo era  para ir a visitar a parientes y amigos  del norte. Bordearla era inevitable y hasta normal., aunque para muchos cansador.

En cierta época cuando el agua prácticamente escaseaba, la laguna se llegó a convertir en una pista para la práctica y competencias de motocross, inclusive se llegó a realizar una etapa del Campeonato Paraguayo y otras competencias similares a nivel local. La laguna era la pista ideal para dichas competencias hasta que llegaron las primeras torrenciales lluvias y la inundaron por todos lados.

Así fue pasando el tiempo, por épocas con mucha agua y por otra seca, hasta que un cierto día, para sorpresa de todos, camiones volquetes de la Municipalidad comenzaron a descargar en ella escombros, tierra, cascallo y ripio con la aparente firme intención de construir un terraplén, continuación de la calle Carlos A. López desde Alberdi hasta Julia Miranda C. de Estigarribia, y así eliminar el obstáculo que obligaba a las personas el tener que bordearla. A la par, mientras camiones y maquinarias trabajaban, obrero colocaban en el medio del trayecto un alcantarillado que hacía las veces de puente, hasta que finalmente, varios días después,  culminaron los trabajo del “paso”, al que de forma peyorativa los pobladores lo bautizaron con el nombre del entonces Intendente. De esa forma, la laguna quedó dividida en dos partes, al este sobre la calle Mcal. López y al oeste sobre la calle Natalicio Talavera.

Al ver que nadie protestaba, al menos en voz alta, y que la laguna podría secarse por completo, lo cual permitiría lotearla y generar pingües ganancias producto de la venta de unos 96 lotes céntricos producto del fraccionamiento de las más de  4 hectáreas que ocupaba la laguna,  se iniciaron los trabajos del segundo “paso”, continuación de la calle José de Jesús Martínez desde Mcal. López hasta Natalicio Talavera, al que la gente lo denominó con el nombre de la esposa del Intendente. De esta forma, la laguna quedó dividida en 4 partes con pequeños espejos de agua

en cada cuadrante, y lo que es peor, llegaron a taponar las pocas nacientes que quedaban. Era pues, el fin de la laguna, único testigo del nacimiento y crecimiento de la ciudad.

Tan grande fue el atropello, que un grupo de personas encabezadas por don Walberto Ortiz Mantilla “Nenito”, crearon una Comisión llamada “Amigos de la Laguna”, que contaba con el apoyo incondicional de Santiago Leguizamón quien se encargaba de recordar todos los días a través de radio Mburucuyá, lo importante que era para la ciudadanía volver a recuperar la laguna. A este grupo se le sumó un grupo de dinámicos jóvenes creado para las fiestas de carnaval, pero que llegó a convertirse en uno de los baluartes de la recuperación de la laguna, ese era el Grupo Scuby.

Se recupera la laguna

En cierta ocasión, el Intendente tuvo que ausentarse para viajar a Asunción, por lo que pasó a interinar el cargo de Intendente, el entonces presidente de la Junta Municipal, don Orlando Ramón Guardatti “Don Kiko”, quien tomó la posta y haciéndose eco de las inquietudes ciudadanas que clamaba por su laguna casi muerta, en una mañana de domingo, acompañado de los “Amigos de la Laguna”, del ”Grupo Scuby” con la transmisión en vivo de radio Mburucuyá en la voz de Santiago Leguizamón, ordenó que las maquinarias de la Municipalidad, llámese pala cargadora, motoniveladora, topadora y camiones volquete (tumba), se trasladen a la laguna y comiencen a eliminar los dos terraplenes o “pasos” que la dividían en 4 partes.

A eso de las 4 de la tarde de aquel histórico domingo, ya no existías dichos “pasos”, la laguna era un espacio enorme de tierra removida lista para volver a verse llena de agua y recibir en su superficie las garzas, los teru teru y las avecillas que se vieron obligadas a emigrar hacia otros lugares. Los trabajos siguieron en los días siguientes y hasta se logró encontrar una de las nacientes. De esa forma, la laguna volvió a cobrar protagonismo, hasta que en una lluviosa y fría tarde de invierno, cobijado bajo una sombrilla y con una unidad móvil en la mano, Santiago Leguizamón transmitía el preciso momento en que un teru teru se posaba sobre la superficie de la laguna y minutos después una pequeña garza blanca.

Renacía de esa forma la laguna Punta Porã, que como expresa la canción que complementa esta crónica, “despertando de su larga pesadilla a la dulce realidad…..ofrendando a su ciudad con la preciosa riqueza que atesora su belleza bajo el sol primaveral”, que luego, en 1996, bajo la administración de Eusebio Filemón Valdez, fue urbanizada y es desde ese día el punto de encuentro de familias, amigos y lugar de eventos.

Por ser el icónico lugar en torno al cual se fue formando y creciendo la ciudad, el actual espejo de agua tiene acertadamente, observado desde arriba, la forma de un feto, y no es para menos, pues allí nació la hoy pujante capital del Amambay.M

Imagen de portada: Obra de Paulo de Carvalho – Colección privada de Sacha Aníbal Cardona

Material de consulta: Suplemento 115º Aniversario – Amambay Digital